28/4/07

En ausencia de Ulises

EN AUSENCIA DE ULISES

El hilo de seda que ata palabras en ramilletes sigue revoloteando por la habitación que me cobija, presto a hilvanar puntadas nuevas sobre el blanco del papel; a anudar tapices de dibujos enrevesados, sueños cálidos para noches frías...

Esta noche parece fría hasta la luz de las farolas. En la oscuridad del cuarto puedo dejar que mi imaginación me lleve hasta ti, donde quiera que hoy duermas; para colarme, furtiva, debajo de tus sábanas a tocar tu piel con mi aliento. Provocar, excitar, tentar, devorar, paladear, envolverme en ti y recuperar todos los verbos que abarcan un instante de éxtasis... hasta que los cristales de la ventana exhalen nuestro vaho al exterior.

Este cuerpo mío, rebelde, ignora las órdenes de una mente sabia que le insta a olvidar el tacto de otro cuerpo que lo habitó brevemente, y se le alborota la sangre, de vez en cuando, con la añoranza. Suplica a la memoria que le deje visitar el desván de los sueños; allí donde viven las bocas que se besaron, los cuerpos que bailaron una danza erótica, los aromas y los placeres; para volver a sentir como el calor lo recorre, de la garganta al sexo, que se dilata y humedece para recibir el recio empuje de otro sexo que dice la razón sinrazón que jamás lo poseyó. Y las caderas vuelven a mecerse en un galope frenético. Y el gemido surge otra vez desde lo más profundo, hambriento de un cuerpo en el que vaciarse.

Dice la memoria, ruin, que no ha sucedido. Y yo me pregunto, cuando el amanecer golpea gris contra los cristales de la ventana, si alguna vez existirás, Ulises, y bastará una llamada para que el sueño deje de ser sueño y te conviertas en un cuerpo real, en cualquier habitación, en cualquier tarde-noche, de cualquier espacio o ciudad.


Domingo, 26 de Septiembre 2004